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Misa Arquidiocesana para las personas con discapacidad

 

El sábado 19 de septiembre de 1992 se celebró en la Catedral de Buenos Aires la primer misa arquidiocesana para las personas con discapacidad, presidida por el Cardenal Antonio Quarracino, Arzobispo de Buenos Aires.

Con esta celebración  se buscó llamar la atención de toda la Iglesia de Buenos Aires sobre la realidad de las personas con discapacidad.

Este momento de encuentro de las personas con discapacidad, familiares, profesionales, catequistas, sacerdotes, amigos, funcionarios, se llevó a cabo durante 15 años.

Finalmente los miembros de la Comisión decidieron no continuar con las mismas, dado que se juzgó que había que poner el acento no tanto en nuclear en una celebración anual a las personas con discapacidad, sino en tratar de que las mismas participen en las diversas celebraciones que la Iglesia tiene a lo largo del año. Si bien es cierto que una cosa no va contra la otra, pero la ruptura de esta convocatoria quiso marcar la necesidad de poner el esfuerzo en la inclusión en las demás actividades.

Primer homilía dirigida por el entonces Arzobispo de Buenos Aires, S.E.R. Card. Antonio Quarracino:

"A mis queridos hijos que sufren alguna discapacidad:

“La paz esté con ustedes”. Estas fueron las primeras palabras de Jesús a sus discípulos después de su Resurrección. Hoy se las dirige a ustedes para que encuentre en El la fuerza para superarse día a día, para seguir superando todo obstáculo. En Jesús todo lo podemos. El está a nuestro lado y con El podemos superar lo que nos abruma.

Dios quiera que la fuerza y la alegría de la Resurrección del Señor lleguen de manera especial a ustedes que sufren alguna discapacidad, pero que no están inhabilitados para vivir, para amar y servir con actividades entusiastas y eficaces.

A ustedes padres y hermanos, un saludo muy especial y acompañado con mi oración. Quiero expresarles una afirmación que brota de la fe: Dios los ha probado y toda prueba es una manifestación del amor de Dios, aunque a veces no lo entendamos y nos cueste aceptarlo.

También me dirijo a los maestros, profesionales, catequistas, auxiliares y a todos los que se sienten llamados a colaborar con los hermanos que tienen alguna discapacidad. A ustedes mi palabra de reconocimiento por su colaboración apostólica; y recuerden la Palabra: ‘Lo que hicieron a uno de estos…’

Les pido a quienes estén al frente de las parroquias, colegios, comunidades religiosas e instituciones, que presten dentro de sus posibilidades una preferente atención a los discapacitados y a quienes trabajan con ellos, y, por el amor de Dios, no pongan trabas a su integración y  a sus tareas, como lamentablemente ha sucedido algunas veces."

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